«Si llego a saber que iba a estar tan bien, me opero antes y me ahorro todo el sufrimiento» | El Diario Vasco (2024)

Cuando pensamos en alguien al que le han colocado una prótesis de cadera, seguramente nos imaginemos a una persona mayor, anciana; pero nada más lejos de la realidad. Los jóvenes también sufren de esta articulación y ejemplo de ello es David González, quien a sus 46 años lleva desde hace ocho meses una prótesis de cadera que, afirma, «me ha cambiado la vida».

Trabajador en una empresa de transportes desde los 18 años, desempeñando un oficio en el que «se hacen gestos que no hay que hacer», David recuerda que «siempre me decían 'Ya te acordarás cuando seas mayor...' y efectivamente, me vino la factura». Empezó en 2019 con «unos dolores y molestias en la zona izquierda de la cadera», que derivaron en una limitación de su vida en todos los sentidos: «Cojeaba mucho, no conseguía dormir bien, tenía muchos dolores, sobre todo cuando después de conducir mucho tenía que bajar del camión y no podía casi ni andar».

  • OrganizanPoliclínica Gipuzkoa y El Diario Vasco.

  • ¿Cuándo?Esta tarde, a partir de las 19.00 h.

  • ¿Dónde?En el Auditorio Reale Arena del Estadio de Anoeta (acceso por la puerta 0).

  • ¿Cómo seguirla? De forma presencial, con entrada libre hasta completar aforo. El evento también se podrá seguir vía online a través de diariovasco.com y el canal de YouTube de Policlínica Gipuzkoa.

Una radiografía confirmaba que la cabeza del fémur se le estaba aplanando, pero David, víctima del «miedo y la aprensión» a operarse, optó por «esperar y aguantar». Así pasó cuatro largos años, hasta que el verano pasado la situación se volvió insoportable y decidió buscar solución: «Cogí cita a principios de septiembre con el doctor Adrián Cuéllar y el día 29 de ese mismo mes me operó».

Apenas 14 horas en el hospital

El propio Adrián Cuéllar, traumatólogo de Policlínica Gipuzkoa, recuerda que David acudió a consulta «con mucha limitación para hacer su vida cotidiana» y que, «tras una exploración y una radiografía, comprobamos que tenía un claro desgaste en la articulación» de la cadera.

El doctor explica que si bien «en muchos pacientes se pueden realizar artroscopias, en el caso de David, a pesar de ser un paciente joven, la única solución era implantarle una prótesis total de cadera». Así se lo trasladaron al paciente, quien, sabiendo que se realizan operaciones de cadera cada jueves, pudo elegir la fecha que mejor le convenía. «Me explicó todo lo que había de forma muy sencilla», admite David, asumiendo que «me di 15 días para organizarme», fechando la operación para el 29 de septiembre: «Tenía miedo, pero mentalmente me había preparado mucho».

El 'día D' arrancó con un David «nerviosísimo» que ingresó en Policlínica Gipuzkoa hacia las 7 de la mañana. Recuerda el paciente que «poco después de las 8 me bajaron a quirófano, me pusieron la epidural y mi último recuerdo es a las 8.35». Poco menos de dos horas después, «me desperté, me eché la mano al costado y dije 'ya está hecho'». Fue trasladado a la habitación donde, tras irse el efecto de la anestesia, «sobre las 15 horas, cogí las muletas y me puse a andar por el pasillo».

El doctor Cuéllar reconoce que «ya le avisamos que le dejábamos hacer actividad normal desde el principio y que sería él quien decidiese en qué momento iba a volver a caminar». Por eso, «y visto lo bien que se encontraba», David decidió recibir el alta para irse a casa esa misma noche.

La primera semana del posoperatorio fue «complicada. Tenía dolores y tomaba medicación», recuerda David, quien «a los 10 días ya estaba mejor» y con tan solo una muleta. Ya en noviembre andaba sin apoyos y hacía vida normal: «Mi coche lo conduje a los 15 días de la operación y en diciembre pude coger el camión y subir y bajarme del mismo sin problema».

«Me ha cambiado la vida»

Y es que son esos pequeños gestos los que David ha podido recuperar en su día a día: «Andar, subir y bajar escaleras, montarme en el coche, acostarme en la cama... son cosas de lo más básicas y parece una chorrada, pero eran un infierno» antes de la operación. Es por ello que ocho meses después de ponerse la prótesis de cadera, el paciente tiene claro que «si llego a saber que iba a estar tan bien, me opero antes y no sufro todo lo que he sufrido, ni aguanto todo lo que he aguantado. Estoy de maravilla, impecable. Me noto muy bien y hago vida totalmente normal. ¡Quién me lo iba a decir hace ocho meses! Me ha cambiado totalmente la vida».

Es por ello que David no duda en recomendar buscar ayuda a todo aquel que, como él, tenga tanto dolor como miedo: «No merece la pena sufrir y esperar, porque eso no es vida. Y no se arregla solo, sino operando. Les animo de todo corazón a operarse. Yo me he quitado un peso enorme de encima y ahora tengo otra vida, sin ningún tipo de dolor».

En las revisiones se ha visto que todo está «perfecto», gracias también a su empeño por mejorar: «Voy dos veces por semana al fisio y estoy con un entrenador personal. Estoy a tope, de maravilla».

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